Quién le iba a decir a la Reina Mora que los jardines del Generalife, donde ella retozaba felizmente junto a uno de los adeptos de su real esposo, se llenarían de japoneses y alemamanes haciendo fotos a destajo pocos siglos después...
Y quién le iba a decir a dicho adepto Abencerraje que moriría junto a otros Abencerrajes víctima de los celos del Rey Moro, en una de las salas de la Alhambra, donde aún se asegura que el óxido de la fuente no es tal sino la sangre de los Abencerrajes cruelmente asesinados.
Y, es más, quién les iba a decir a los Reyes Moros y a los miembros de la honorable familia de los Abencerrajes, que tal azaña se contaría a diestro y siniestro a todo aquel que pagase 3 euros en la puerta de palacio al alquilar una especie de transistor llamado audioguía. Y que estas horas extras que echaba dicho Abencerraje junto a la Reina Mora, serían traducidas a multitud de idiomas.
¡¡El Rey Moro, poco menos que habría hecho decapitar a todos los traductores del Reino!!
Pero, el caso que hoy nos ocupa no son exactamente las pasiones de nuestra Reina Mora, sino que lo que hoy quería contar es que el maravilloso sitio donde Inving Washington casi muere de anginas, (porque allí en Enero tiene que hacer un frío de cojones a media noche), está sólo a un puesto de ser una de las nuevas siete maravillas del mundo.
Llega hasta tal punto la historia que el Ayuntamiento de Granada ha pactado con el Burger King, que regalará un refresco o postre si enseñas el móvil demostrando que has votado al monumento en cuestión.
Sólo queda un mes para que salga la clasificación, pero como los españoles somos tan cenizos, igual nos quedamos sólo a un voto. Eso sí, hay que tener en cuenta que si ganamos va a ser lo primero de lo que podemos presumir a nivel mundial (porque eso de los toros está ya muy visto), además de que, para una cosa de la que podemos presumir, ni siquiera la hemos hecho nosotros.
¿Por qué no nos vamos a conquistar el Taj Mahal cual Isabel de Castilla y así seguro que nos llevamos un premio?
Bueno... da igual, podemos no ganar, porque a lo que sí ganamos es a tener la maravilla o cuasimaravilla donde se puede tomar una de las mejores maravillas del mundo. ¡La maravilla rubia! Y si no os lo creéis, pasaros por el chiringuito de la Alhambra. Que aunque la hayan hecho unos maravillosos arquitectos moros, los españoles la hemos hecho ganar en mucho con nuestro oro líquido.