martes, 5 de junio de 2007

El Autobronceador


Pues sí, resulta que llevo sin escribir poco menos que mil años. Y algún aburrido que me haya leído pensará que ando con la soga al cuello y colgada de un pino, sobre todo por el dramático tono del post anterior.

Es más, si este blog fuese uno de esos crueles blogs en los que echan a sus colaboradores, creo que estaría de patitas en la calle desde hace ya bastante. (Si, si, uno de esos blogs cuyos blogers se empeñan en que conocen a Magadala Wilt...).

Bueno, en fin, resulta que después de tanto tiempo hemos llegado casi de lleno a la época de exámenes (esa época en la que estás más cerca de la intoxicación por el incremento de la ingesta de esos brevajes que salen de la máquina de café de la Universidad).

Pues sí, que hemos llegado pero a la vez es verano y se jode más la cosa, sobre todo si eres tía (por eso de la Operación Bikini que no se qué psicótico se ha inventado). Y encima, como seas blanca vas lista. ¡Hay que estar morena aunque hayas nacido albina! ¡A joderse!.

Porque claro... a nadie se le ocurriría decirle a una persona de color negro que se pusiese a la sombra o a un chinito que está amarillo... pero a los que somos blancuchos fosforitos y odiamos el verano, como a buenos infelices de la vida, nos tienen que decir que nos pongamos al sol.
Y digo yo, ¿eso no es racismo...?. Pues lo sea o no, hay que acabar comprando la cremita esa potingosa autobronceadora, porque de lo contrario se meterán con nosotros y se nos pegarán todos los guiris a preguntarnos en cientos de idiomas si sabemos dónde está el maldito Museo de Arte de Murcia. (Y como les digas que no hablas su idioma te mirarán con odio y no te creerán...).

En fin, que decidí no poner queja al Tribunal de los Derechos Humanos por el racismo indiscriminado a todos los paliduchos y corrí a Mercadona a ver si podían solucionar el grave problema genético de nacer más blanco que la pared.

La solución fue buena, cremita por todo el cuerpo al salir de la ducha y a la hora ya empiezas a ponerte morenito.
Aunque en mi caso acabé con ronchas entre blancas y morenas, con lo cuál parecía que tenía una enfermedad más grave que la de Michael Jackson.

Cuando conseguí eliminar las ronchas y repartirme mejor el pringue ese (es decir, al día siguiente), lo que pasó es que me puse más y más morena con cada aplicación. (Lo de morena es un decir, porque el color está entre el color roña y el amarillo chino bilirrubínico).
Total, que cada día con más color
que ayer(sea como sea este), y eso está bien, si no fuese porque en mi familia tienen miedo de que un día me levante y sea igualita que la difunta Lola Flores...

¡En fin! Supongamos que es el precio a pagar por no estar blancucha.